martes, 19 de enero de 2010


PLACER POR LA DOPAMINA


Por: Marvin A. Soriano-Ursúa. http://marvin-researching.blogspot.mx/ 


El estudio de los efectos de esta molécula permite el abordaje de padecimientos como la Enfermedad de Parkinson, Esquizofrenia, Trastorno por uso de sustancias y Patología Dual    

Introducción
La dopamina es una molécula de acción neuroendocrina que participa en la regulación de diversas funciones como la conducta motora, la emotividad y la afectividad.  Esta molécula se sintetiza a partir del aminoácido L-tirosina y existen mecanismos que regulan de manera muy precisa su síntesis y liberación como lo es el requerimiento de vitamina B6 o Fosfato de piridoxal para la conversión de Levodopa en dopamina.

Las técnicas de clonación molecular han permitido la identificación de cinco subtipos de receptores dopaminérgicos, todos éstos acoplados a proteínas G y divididos en dos familias farmacológicas denominadas D1 y D2. Los receptores de la familia D1 (subtipos D1 y D5) están acoplados a proteínas Gs y cuando un ligando con capacidad de activarlo lo alcanza (agonista), estimulan la formación de AMPc (Adenosin monofosfato cíclico) como principal mecanismo de transducción de señales, aunque actualmente se han descrito otras vías de señalización para éstos y otros receptores acoplados a proteínas G. Los subtipos pertenecientes a la familia D2 (D2, D3 y D4) se acoplan a proteínas Gi e inhiben la formación de AMPc, activan canales de potasio (K+) y reducen la entrada de iones de calcio (Ca++) a través de canales dependientes del voltaje.

Los receptores dopaminérgicos se encuentran ampliamente distribuidos en diversas áreas del organismo, por ejemplo en la vasculatura de varios órganos. Sin embargo, es en el Sistema Nervioso Central (SNC) donde se han estudiado con mayor detalle. Es frecuente que uno de los subtipos de receptores sea mayormente expresado en un grupo de células contiguas, lo que nos permite delimitar núcleos neuronales responsables de diversas acciones fisiológicas conferidas a la dopamina. El estudio de los sistemas y receptores dopaminérgicos del SNC ha generado gran interés, debido a que diversas alteraciones en la transmisión dopaminérgica han sido relacionadas, directa o indirectamente, con trastornos severos como la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia, así como con la adicción al consumo de diversas sustancias o la práctica reiterada de conductas que generan sensaciones placenteras.

La investigación sobre la transmisión dopaminérgica ha sido acelerada desde la década de los 50, cuando la dopamina fue reconocida como un neurotransmisor, y luego vinculada a la enfermedad de Parkinson y algunos desórdenes psiquiátricos. En los años 70 se estudió la distribución de los receptores para dopamina y se planteó la existencia de dos tipos de receptores dopaminérgicos, denominados D1 y D2 por Kebabian y Calne. En 1988, se clonó el primer receptor dopaminérgico subtipo D2  por Bunzow et al., y en la década siguiente a este hallazgo se identificaron cinco subtipos (y algunas formas alternas de cada uno de éstos).

En los últimos tres lustros se han usado diferentes estrategias experimentales para el estudio in situ e in vivo de los sistemas dopaminérgicos, así como de las características farmacológicas y moleculares de los diferentes receptores para el neurotransmisor. Un hallazgo relacionado fue la cristalización de la rodopsina, primer receptor acoplado a proteínas G en el año 2000 por Palczewski et al.; y gracias al desarrollo de estrategias alternas, en el 2010, se obtuvo la primer estructura por cristalografía de rayos x de un receptor a Dopamina por Chien et al. (del subtipo D3). Múltiples trabajos actualmente abordan el desarrollo de compuestos selectivos sobre alguno de los subtipos de estos receptores para desarrollar fármacos que permitan el tratamiento de enfermedades relacionadas.

Ha sido en modelos murinos (de la subfamilia de roedores Murinae, que incluye a los ratones y ratas) donde se han identificado los principales núcleos neuronales dopaminérgicos y varios de los conocimientos generados en estos modelos han podido eficazmente ser trasladados a la aplicación en humanos. Así, se han podido diseñar estrategias de estudio para los sistemas homólogos en humanos que permiten el abordaje de problemas médicos y la explicación de algunos mecanismos implicados en enfermedades del Sistema Nervioso Central.

Existen diversas formas de clasificar a los sistemas dopaminérgicos, una de éstas es por la longitud de los elementos que los conforman:
1. Ultracortos. Un primer sistema está formado por las células dopaminérgicas del bulbo olfatorio, en tanto que un segundo sistema lo componen las neuronas interflexiformes  presentes entre las capas plexiformes interna y externa de la retina, importantes en la visión.

2. De longitud intermedia. Incluyen al sistema tuberohipofisiario, con origen en las células dopaminérgicas localizadas en los núcleos hipotalámicos arqueado y periventricular, cuyos axones terminan en el lóbulo intermedio de la hipófisis y en la eminencia media y regulan por ejemplo la liberación de prolactina, importante en la producción de leche.

3. Sistemas largos. Este grupo incluye a las neuronas de la región retrorrubral, del área tegmental ventral y de la sustancia negra en su parte compacta, que envían proyecciones a tres regiones principales: el neoestriado (núcleos caudado y putamen), la corteza límbica (entorrinal, prefrontal medial y cíngulo) y otras estructuras límbicas (el septum, el tubérculo olfatorio, el núcleo accumbens, la amígdala y la corteza piriforme).

Dentro de este tercer grupo se encuentran dos de las vías dopaminérgicas más estudiadas, la vía nigroestriatal y la vía mesolímbica, implicadas en trastornos del movimiento (como la enfermedad de Parkinson) y de la conducta, respectivamente.


Acción de dopamina en la enfermedad de Parkinson y trastornos conductuales

Los niveles en la concentración de dopamina o en la eficacia de los sistemas que la producen o que responden a este neurotransmisor están implicados en diversas patologías.
Desde que Ehringer y Hornykiewicz demostraron en 1960 una disminución importante en el contenido de dopamina en pacientes portadores de la parálisis agitante descrita como enfermedad de Parkinson, numerosos estudios han validado la estrecha relación existente entre la pérdida de neuronas del núcleo denominado parte compacta de la sustancia negra y los trastornos de la postura y el movimiento característicos de esta enfermedad.
El modelo de Albin-Young-Penney permitió en 1989 entender el papel esencial de la dopamina en la regulación directa e indirecta de la actividad inhibidora de la parte compacta de la sustancia negra y del globo pálido interno sobre la actividad excitadora de los núcleos ventrolateral y ventral anterior del tálamo sobre la corteza motora que finalmente regula la función muscular.

La falta de dopamina genera un estado de disminución de la actividad en las placas neuromusculares y por tanto hipocinesia (disminución de la generación de movimientos) y en casos severos parálisis o acinesia (falta completa de movimiento, se usa también en el sentido de dificultad o imposibilidad de efectuar determinados movimientos).

Además de la función motora, la dopamina se ha vinculado con procesos afectivos como el de reforzamiento y de recompensa. Las vías dopaminérgicas, en particular las proyecciones ascendentes del área ventrotegmental hacia el núcleo accumbens, son importantes en el mecanismo cerebral de autoestimulación.

En contraste a la disminución relacionada con la alteración de procesos motores, el incremento de la concentración de dopamina en algunas regiones del sistema mesolímbico (y algunos núcleos fuera de este sistema) se ha relacionado con trastornos en los que los componentes afectivos (función esencial del circuito límbico) están afectados, entre ellos, la esquizofrenia.

De esta forma, se explica que los neurolépticos como el haloperidol, que son antagonistas de los receptores dopaminérgicos de la familia D2, mostraron ser útiles en el manejo farmacológico de la esquizofrenia, sustentando así la hipótesis de que este trastorno se debe al menos en parte a una hiperactividad de la transmisión dopaminérgica. Esta hipótesis recibió apoyo adicional al observarse que varios fármacos psicoestimulantes (como cocaína, anfetamina, morfina, nicotina) incrementan la transmisión dopaminérgica en áreas cerebrales límbicas involucradas con la emotividad e inducen estados psicóticos con aparición de algunos signos positivos de la esquizofrenia: manifestación de sensaciones placenteras, euforia y alucinaciones (signos negativos se consideran el afecto apagado, pobreza en el discurso, incapacidad de experimentar placer, asociabilidad, y falta de motivación).

También se ha sugerido que en pacientes con esquizofrenia hay una mayor expresión de receptores D2, D3 y D4 en varios núcleos profundos del Sistema Nervioso Central e incluso en la corteza de gente con algunas patologías afectivas; o de isoformas de un subtipo de receptor, como el llamado “D2 extralargo”; pero los resultados de estudios para comprobar esto han sido controversiales.

Adicionalmente, en procesos adictivos a fármacos conocido como Trastorno por Uso de Sustancias (TUS) o actividades como (comer, abstenerse de comer, hacer ejercicio extenuante, llevar a cabo tareas reiteradas) se ha mostrado un incremento de la transmisión dopaminérgica. Para ello, varios mecanismos han sido descritos como la activación de un sistema opioide endógeno localizado en el área ventrotegmental que estimula la transmisión dopaminérgica, el bloqueo de la recaptura de la dopamina y de otras aminas biogénicas como la noradrenalina y la serotonina, el incremento de la síntesis y liberación de la dopamina o la inhibición del catabolismo de la dopamina. Comúnmente, los pacientes con Trastorno por Uso de Sustancias presentan un trastorno adicional afectivo, lo que ha generado actualmente el acuñe del término Patología Dual para la entidad que manifiestan estos individuos.

 Tratamiento de la disrupción de los niveles de dopamina en el sistema nervioso central y aplicación para tratar enfermedades

Entendiendo el papel fundamental de este neurotransmisor, la principal estrategia empleada en la terapéutica médica para la enfermedad de Parkinson ha sido la administración de      L-Dopa, o agonistas dopaminérgicos que mimeticen la función de  las  neuronas lesionadas.
La L-Dopa continúa siendo la opción adecuada en el tratamiento de la bradicinesia (enlentecimiento o pobreza de movimientos) y rigidez halladas en esta enfermedad. Los efectos adversos observados durante el tratamiento, en particular la discinesia (movimientos anormales e involuntarios), han sido relacionados con cambios en los niveles plasmáticos de L-Dopa. Actualmente, la administración de L-Dopa se lleva a cabo en conjunto con otros fármacos que, en general, tienen como propósito evitar que la          L-Dopa sea biotransformada antes de ejercer su efecto sobre su blanco, el Sistema Nervioso Central y disminuir los efectos periféricos (emesis, náusea, arritmias e hipotensión).

Esta metodología (de adición de fármacos inhibidores de enzimas que metabolizan periféricamente a la L-Dopa) ha resultado eficaz en mejorar los resultados a largo plazo que obtienen los pacientes que consumen estas combinaciones de fármacos. Sin embargo, usar inhibidores de la biotransformación de L-Dopa, conlleva múltiples consecuencias. Entre éstas, un aumento de la discinesia observada en el tratamiento y algunos otros efectos que han sido adjudicados a la poca selectividad de las enzimas inhibidas, lo que justifica la búsqueda de estrategias alternativas. La aparición de efectos adversos se ha visto atenuada en relación directa a la disminución de fluctuaciones en los niveles plasmáticos de L-Dopa. Por lo tanto, otro de los principales objetivos de la terapéutica, es el mantener niveles plasmáticos constantes.

También se ha intentado la adición de compuestos distintos, incluidos cofactores como las vitaminas E (alfa-tocoferol) y B6 (piridoxina). Los cuales han sido administrados sin notables ventajas comparativamente con la administración de sólo L-Dopa. En el tratamiento de Trastorno por Uso de Sustancias o Patología Dual el abordaje es más complejo, pero los compuestos que resultan antagonistas de los receptores dopaminérgicos han dado algunos resultados.
Varias técnicas han sido utilizadas para el aumento de biodisponibilidad de fármacos, entre éstas la adición de grupos funcionales que contienen boro. En nuestro grupo de trabajo hemos obtenido así compuestos con actividad agonista sobre receptores adrenérgicos (con alta homología a los dopaminérgicos). La actividad de éstos ha sido estudiada tanto in vitro como in silico, es decir, mediante técnicas computacionales. Inclusive, nuestro grupo generó uno de los primeros modelos tridimensionales del receptor D2 dopaminérgico por modelado por homología al cristal del receptor D3 obtenido por Chien en 2010. Este trabajo ha sido reconocido como uno de los más descargados de la revista Computers in Biology and Medicine en donde fueron publicados los resultados, y el modelo ha sido utilizado en varios estudios posteriores de diseño de nuevos compuestos que intentan alcanzar a este receptor para ejercer su efecto potencial terapéutico.

En nuestro grupo también hemos generado compuestos con potencial capacidad para interactuar con receptores adrenérgicos y dopaminérgicos, en forma íntegra o actuando como profármacos.

Resultados en modelos animales de enfermedades humanas nos motivan a continuar su estudio y desarrollo. En este rubro, hemos observado efectos de compuestos que ejercen restablecimiento agudo de actividad motora en ratones a los que se  les induce afección de su actividad motora mediante la administración de una toxina denominada MPTP, simulando una patología como la enfermedad de Parkinson.

Adicionalmente, se ha utilizado la estrategia de encapsular sustancias activas en formulaciones que permitan liberación controlada de éstas para ejercer sus efectos en el Sistema Nervioso Central de los sujetos a quienes se les administra. Para ello, y contando con el trabajo colaborativo de una industria farmacéutica nacional, hemos diseñado formulaciones liposomales nanodimensionales que se han empleado en modelos experimentales animales, y los resultados (alta capacidad de captura, liberación prolongada y acceso de lo contenido al Sistema Nervioso Central) nos han permitido continuar con su estudio con la intención de tener disponibles formulaciones terapéuticas conteniendo L-Dopa que resulten claramente ventajosas, es decir, que demuestren parámetros farmacocinéticos-dinámicos y biodisponibilidad ventajosos comparados con las formas de tratamiento comerciales.

Por lo anterior, nuestro grupo de trabajo ha incursionado en la generación de conocimiento básico aplicable a la generación de productos que puedan alcanzar a quienes se ven afectados por patologías con lesión de los sistemas dopaminérgicos. Experimentos adicionales podrán mostrar con mayor exactitud el impacto que puedan tener en patologías motoras y conductuales.

Conclusiones

Entre las diversas funciones de la dopamina se hallan la regulación de la actividad motora y la generación de placer, que puede ser despertado por la administración de sustancias exógenas que incrementan los niveles de dopamina en el Sistema Nervioso Central y que en algunos casos produce manifestaciones de procesos psiquiátricos que conocemos como signos positivos de conductas o patologías esquizoides.
Grandes avances se han logrado en los últimos años sobre la elucidación de los mecanismos que se ven lesionados en patologías en que se afectan estos procesos, con respecto a lo logrado en tiempos anteriores. Sin embargo, parece que es poco el avance en relación a la cantidad de posibilidades que existen para explicar algunos fenómenos involucrados en estos trastornos.
La aplicación de los conocimientos generados hasta hoy, incluidos los obtenidos desde nuestros estudios, nos ha permitido el diseño de fármacos más potentes y eficaces, así como formulaciones farmacéuticas eficientes que pueden proponerse para generar mejora en la calidad de vida de las personas que los requieren. En conclusión podemos decir “qué placentero es el camino en el que buscamos herramientas para otorgar el restablecimiento de los niveles de dopamina en aquellos que dejan de ser sujetos sanos por problemas en los sistemas que usan este neurotransmisor. Así, la dopamina es doblemente responsable de nuestro placer”.